Día de Muertos en Mitla, una tradición más viva que nunca

Día de Muertos en Mitla, una tradición más viva que nunca

Las familias vivieron con arraigo y nostalgia las festividades para recordar y convivir con sus fieles difuntos, que según la tradición, regresaron estos primeros días de noviembre a sus casas para estar con sus seres queridos quienes en sus ofrendas los esperaron con todo lo que en vida disfrutaban

San Pablo Villa de Mitla, Oax.; Méx. 03/10/09.- “Mitla”, “Mictlán” o “Lyboa”, era concebida desde los antepasados zapotecos y mixtecos como la ciudad de los muertos o lugar de descanso donde se enterraba a los reyes y sacerdotes en templos que aún de pie dan testimonio de esa cultura, es un lugar donde el respeto a la muerte se palpa hasta nuestros días.

En este sitio ubicado a unos 40 kilómetros de la capital oaxaqueña, las familias vivieron con arraigo y nostalgia las festividades para recordar y convivir con sus fieles difuntos, que según la tradición, regresaron estos primeros días de noviembre a sus casas para estar con sus seres queridos quienes en sus ofrendas los esperaron con todo lo que en vida disfrutaban.

Sofía Méndez Sosa, una de las mujeres mayores más conocidas entre la comunidad de San Pablo Villa de Mitla, comenta con orgullo pero con tristeza el significado de esta tradición que se conserva con fuerza entre las familias.

“Esta tradición es muy hermosa, pero también nos llena de tristeza, de nostalgia -secándose sus lágrimas que escapan con su voz entrecortada-, pero también de alegría por recibir a nuestros seres queridos que se fueron antes que nosotros, saber que están aquí nos hacen sentir muchas cosas y nos compromete, nos hace cada año seguir poniendo el altar para nuestros muertitos”, dijo.

Luego de realizar las compras en el mercado tradicional del 30 de octubre, la mujer junto con sus hijos y nietos colocaron el altar de los fieles difuntos de pared a pared en la estancia principal de su casa, entre frutas, pan de muerto, dulces, velas y copal, así como un petate donde descansan los difuntos cuando bajan a disfrutar de la ofrenda los días 1 y 2 de noviembre.

Y conforme pasan las horas, comienzan a llegar las familias que con su visita al altar se hacen acompañar de canastas con pan, flor de muerto, así como mole de pollo y guajolote que dejan como ofrenda a los difuntos, y no podría faltar la Salsa de Chintextle hecha a base de chiles morita, de agua, pasilla y camarón seco.

Y es precisamente la fiestas del “Día de Muertos”, una de los patrimonio culturales intangibles que conserva con fuerza Mitla, siendo una de las más representativas de la entidad por su arraigo entre las familias.

Además, las fiestas de Todos los Santos en México fueron declaradas por la UNESCO como patrimonio cultural intangible de la humanidad.

En este sentido cabe mencionar que desde hace siete años la asociación de jóvenes mitleños “Mictlán”, organizan un festival por el Día de Muertos que incluye comparsas, visitas a los altares de muertos por diversos hogares, etc., lo que ha despertado el interés de los turistas nacionales y extranjeros, pues reportes de las mismas autoridades es de unos mil visitantes diarios.

Además, el sitio arqueológico de Mitla, siendo uno de los más relevantes y exploradas de Oaxaca, es testimonio de la última evolución de la arquitectura zapoteca; ésta es producto del sincretismo de las culturas zapoteca y mixteca, que tuvo su máximo florecimiento en el 1200 d.C.

Este sincretismo también se refleja en las construcciones de templos católicos sobre edificios prehispánicos, como se ve en el caso de la iglesia de San Pablo, en el Grupo del Norte, y en la Capilla del Calvario, en el Grupo del Adobe.

El sitio arqueológico está compuesto por cinco grandes conjuntos monumentales: el Grupo de las Columnas, el Grupo del Norte, el Grupo del Arroyo, el Grupo del Sur y el Grupo del Adobe.

El arte decorativo de Mitla es muy fino por lo que en estética se encuentra entre los más relevantes de América; los tableros, frisos y tumbas están decorados con mosaicos de piedra que forman paneles de grecas en los muros; en algunos casos, como en los dinteles, éstas se labraron directamente sobre la piedra.

Las paredes decoradas con mosaicos de piedra estaban pintadas de rojo, mientras que algunas partes de los palacios del Grupo del Norte se decoraron con pinturas que representan escenas y personajes mitológicos. Causan asombro también los grandes soportes monolíticos de la Sala de las Columnas.

Desde el siglo XVI los españoles (misioneros, conquistadores, cronistas) ya admiraban estos palacios, que han sido punto de referencia obligado desde entonces para viajeros e investigadores.

TEXTO Y FOTOS: MAGDALENA ÁVILA
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